La maqueta arquitectónica, un ejercicio de estilo

A pocos nombres les cuadra tanto la etiqueta de “escritor de culto” como a Raymond Queneau, quien goza de una minoría fanática de seguidores, casi militantes de la causa: la literatura como un juego muy serio. De entrada, y aun en la lectura menos atenta, Ejercicios de estilo, escrito por el francés en 1949, resulta radicalmente distinto de una obra literaria convencional. El libro se sitúa, o finge situarse, en una especie de tierra de nadie, entre la teoría y la práctica literarias, dándonos la impresión de que ha sido confeccionado teniendo en cuenta los capítulos de un manual de estilística. Queneau rechaza cualquier esquema previo que pudiera haber presentado los “ejercicios” en agrupaciones temáticas, por su complejidad gradual o, simplemente, por orden alfabético. Ni tan siquiera trabaja sobre un mismo fragmento base. En ocasiones se prefiere el mero juego mecánico de transformación textual para lograr una sensación de puro disparate.

No es de extrañar que este libro de hace siete décadas siga pareciendo revolucionario y sea considerado un manual imprescindible en todas las escuelas de letras. Lo que Queneau nos enseñó entonces, esa burlona libertad creativa, es algo todavía difícil de igualar a día de hoy. Por ello, ese ejercicio de variación, de no establecerse límites imaginativos, es y debe ser compatible al trabajo con maquetas arquitectónicas. Lo que Queneau nos enseñaba, partiendo de un texto irrelevante y transformándolo hasta 99 veces, es lo mismo que cualquier arquitecto debería intentar traducir a su trabajo con maquetas. El arte de la variación y la acumulación. “Diferencia y repetición” que diría Gilles Deleuze. Trabajar 99 veces sobre una misma idea, verla cambiar hasta, en un momento dado, saber ver en ella la síntesis de la misma.

© 準建築人手札網站 Forgemind ArchiMedia [Flickr bajo licencia CC BY-NC 2.0]

No hablo de una cuestión estética o de mero análisis formal. Una maqueta sabe expresar muchas más cosas que eso. Es un elemento dentro de nuestro gremio que habla por sí mismo o, al menos, debería hacerlo. No existen grosores de línea que diferencien espacios o secciones de elementos; no hay vistas en detalle de cada una de las piezas; no existen notas a pie de página. No, la maqueta es un medio de comunicación propio que se ha ganado a pulso contar con tal condición.

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No sólo se comunica con el espectador que la observa una vez finalizada, sabiendo transmitir el mensaje que el arquitecto quisiera volcar en ella; sino que también dialoga con su autor a medida que este la confecciona. Uno se da cuenta de muchas cosas cuando elabora una maqueta arquitectónica; vuelve a revisar, inconscientemente, su proyecto. 

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Es por ello que, siendo un sello tan personal, aportando un carácter tan propio, la maqueta es el medio perfecto para poder expresar una idea de muchas maneras distintas. No sólo porque contamos con numerosos materiales para su elaboración (maderas, plásticos, metales, etc.), sino porque cada uno de ellos se trabaja de forma distinta, se corta de forma distinta, se pega de forma distinta, …

Cada uno de los gestos que realizamos con nuestra maqueta, con sus piezas, es un gesto que, más adelante, se traducirá a la obra si es que el proyecto llega a construirse. Un puente temporal que une algo tan personal como la maqueta con algo tan comunal y generalizado como es un edificio. 

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La maqueta arquitectónica es la primera “revisión de desperfectos” que nuestro proyecto puede tener. No sólo porque obtenemos de forma directa, como comentaba, la imagen final de nuestro edificio; sino que además obligamos al mismo a responder a las primeras realidades físicas con las que llegará a enfrentarse posteriormente. La luz es una de ellas. Nuestro foco o flexo hace las veces de Sol, imitando sus posiciones, sus recorridos, incidiendo no sólo en la parte exterior de nuestra maqueta; sino introduciéndose también en su interior, redibujando sus formas y coloreando sus materiales.

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Por otro lado, las maquetas pueden servir también como ejercicio de eficiencia, de diagramación, de distribución de programas o espacios. Es una herramienta que permite la transformación, permeable al cambio, y que con gusto acoge cada una de nuestras preferencias. Cambios en el tamaño, en la forma, en el color, etc. Todas ellas son variaciones que podemos volcar en nuestra maqueta y que sin duda alguna refinarán nuestro proyecto.

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Pero no hace falta tampoco entenderlas de una forma tan objetiva. Pueden ser todo lo contrario. Pueden reflejar ideas abstractas, aquellas que no están del todo formadas en nuestras mentes pero que saben dejar implícita su marca en forma de “maquetas de trabajo”. Aquí nos movemos por intuiciones, por gestos formales, tal vez la naturaleza más primitiva del arquitecto. 

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En resumen, las maquetas arquitectónicas son tal vez uno de los elementos comunicativos de mayor calado dentro de nuestro gremio. Son objetos que responden a la necesidad de proyecto en la que nos encontremos. Aparecen en todas y cada una de las fases del mismo. Es por ello que el presente artículo intenta recuperar el carácter de épocas mejores. Épocas en las que no se entendía un proyecto de arquitectura sin una maqueta al lado. Épocas en las que un estudio de maquetas o el taller de un ebanista tenían un calado igual o mayor que cualquier estudio de arquitectura. 

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Me gustaría recordar a personas como D. Juan de Dios Hernández, con la que tuve el gusto de trabajar. Personas que fueron y siguen siendo parte de ese legado del trabajo con maquetas en nuestro país. Muchos son los estudios de arquitectura que, a lo largo de los años, no veían la realización de su proyecto del todo conclusa si no era pasando antes por el estudio de profesionales como Juan de Dios; aquellos encargados de traducir un proyecto en formas, materiales, colores, texturas, luces, … Es decir, aquellos que, involuntariamente, también hacían arquitectura.

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Sobre este autor/a
Cita: Borja Fernández. "La maqueta arquitectónica, un ejercicio de estilo" 15 ene 2019. ArchDaily Perú. Accedido el . <https://www.archdaily.pe/pe/908583/la-maqueta-arquitectonica-un-ejercicio-de-estilo> ISSN 0719-8914

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